martes, 2 de junio de 2015

LA CREACIÓN Y DIFUSIÓN DEL MARXISMO / SOCIALISMO POR PARTE DE LA ÉLITE FINANCIERA


Acabadas las guerras napoleónicas, la élite financiera ya dominaba de facto Europa y Estados Unidos mediante el control de sus bancos centrales y de la emisión del dinero. La élite financiera fue asumiendo paulatinamente a lo largo del siglo XIX, el control de los principales bancos centrales europeos y americanos. Todo aquel que se oponía a sus planes era asesinado por algún “loco perturbado” o tenía un oportuno “accidente”. Nadie se podía salir del guión, aquel dirigente político que deseaba cambiar la ley para devolver el control sobre la emisión del dinero al pueblo (algo lógico en una democracia real) era convenientemente sobornado o asesinado a elección de la víctima al más puro estilo mafioso. El recordado Presidente estadounidense Abraham Lincoln (1809-1865) ansiaba recuperar la soberanía nacional en la emisión de moneda, el mundo del trabajo antecede al capital. El capital es el fruto del trabajo, y no hubiera existido sin el mundo del trabajo, que lo creó. El mundo del trabajo es superior al mundo del capital y merece la mayor consideración”. Esta era la brillante afirmación del histórico presidente norteamericano. Esa búsqueda de libertad económica para su pueblo le costó la vida.
La élite financiera a principios del siglo XIX ya había echado sus redes en los gobiernos más poderosos del mundo, en todos menos en uno, el Imperio Ruso. El control del banco imperial ruso se les escapaba obstinadamente, el Zar se negó en redondo a ceder el control de su banco central a las élites financieras iluminati. Esto provocó un plan maquiavélico que en menos de cien años desencadenaría en la revolución rusa de 1917 y el asesinato a sangre fría de todos los miembros de la Casa Real Rusa incluyendo a los niños. Un plan perfectamente orquestado durante décadas. Estas élites financieras formadas por unas pocas familias endogámicas de origen jázaro y con oscuros ancestros alquimistas con conocimientos esotéricos, habrían urdido un plan maestro a largo plazo para acabar con la monarquía rusa, éste no era otro que la creación y financiación del socialismo y el marxismo.
En sus primeros escritos el colaborador de Karl Marx (1818-1883), Friedich Engels (1820-1895) habla sobre el sistema capitalista como el último sistema de clases, el socialismo era el primer paso para su extinción, para la creación de lo que hoy conocemos como Nuevo Orden Mundial.
La vocación internacionalista del movimiento socialista primigenio era inequívoca. Encontramos entidades directamente financiadas por la élite económica, como fue la británica Sociedad Fabiana un movimiento de intelectuales estrechamente relacionado con el laborismo anglosajón, creado en 1884 para la promoción del socialismo en todos los rincones del Imperio Británico, cuyo revelador emblema primigenio era un lobo con piel cordero. Destacados miembros de la Sociedad Fabiana fueron conocidos escritores como H.G. Wells (1866-1946) o George Bernard Shaw (1856-1950). Los “fabianos” tomaron su nombre del antiguo general Romano, Quintus Fabius Maximus Verrucosus (280 a.c- 203 a.c. ) ideólogo de las llamadas “tácticas fabianas” novedosas en la época romana y consideradas por algunos estudiosos como el origen de las llamadas tácticas de guerrilla. El General Fabius se hizo famoso en la segunda guerra púnica contra los cartagineses (218 a.c.-201 a.c. ), por su estrategia de desgaste, consistente en atacar las lineas de suministro del ejército rival mucho más numeroso, la llamada táctica de desgaste, un hostigamiento gradual hasta la consecución de la victoria final. Precisamente esta estrategia gradual, de ir introduciendo cambios poco a poco para lograr sus objetivos socialistas es el paradigma de actuación de la Sociedad Fabiana, la “táctica fabiana”.



El socialismo nacía con vocación de ser la antítesis al sistema democrático liberal dominante. Lógicamente para que una ideología política fuera implantada y tuviera éxito, debía haber una demanda social a su ideario. Esa demanda social sin duda alguna era la clase obrera del siglo XIX. La mano de obra en su mayoría esclava hasta finales del siglo XVIII, fue dando paso a lo largo del siglo XIX a una mano de obra obrera mucho más barata. Por desgracia estas élites pregoneras de la igualdad, fraternidad y prosperidad, todo esto para ellos mismos claro está, se dieron cuenta que el esclavismo a medida que se desarrollaban sus conglomerados industriales no era rentable. El gasto del mantenimiento de un esclavo era demasiado elevado en comparación con el coste de un obrero. El empresario no tenía que asumir la manutención del obrero, ni siquiera propiciarle una vivienda y mucho menos una atención médica, ni vestirlo, ni pagar por traerlo desde su lugar de origen. El liberalismo salvaje del siglo XIX era mucho más rentable en términos de mano de obra. Por un salario miserable, el obrero se desplazaba solo a la fábrica, si enfermaba no había que hacerse cargo de él, ni por supuesto proporcionarle forzosamente vivienda o ropa. Si el obrero moría, uno nuevo acudía voluntariamente a la fábrica sin coste alguno de transporte y por supuesto trabajaban tanto hombres, como mujeres, como niños sin distinción, por un salario miserable que utilizaban para pagar su subsistencia, reintegrando de esa manera el dinero aportado por el empresario nuevamente en el sistema financiero. El esclavo había pasado a llamarse obrero y tenía que pagar para vivir, con lo cual todo quedaba en manos del poder económico. Un auténtico chollo para la élite, que vio como su incremento en la producción necesitaba cada vez más mano de obra, lo que hubiera hecho subir los costes de mantenimiento por esclavo a cifras no asumibles para sus expectativas de beneficio. ¿Cuantas casas, cuantos alimentos o cuanta ropa tendrían que haber costeado para mantener la mano de obra esclava?. Esa y no otra es la razón por la que abolieron la esclavitud, no dudo que hubo muchos hombres y mujeres que de buena fe lucharan contra la lacra de la esclavitud. Absolutamente deleznable para cualquier ser humano de bien, pero no para la élite. La élite en la sombra, carece de empatía y de sentimientos, los auténticos amos del dinero no entienden de sentimientos o de justicia, solo entienden de poder y dinero.
Este concepto es muy importante que se tenga presente. La élite posicionada en lo más alto del escalafón del poder es de carácter luciferino. Tomen nota de las palabras del “insigne” masón estadounidense de grado 33, Albert Pike ( 1809-1891 ), "¡ Lucifer, el hijo de la mañana !, que nombre tan extraño y misterioso para referirse al espíritu de la oscuridad. ¿ Es él quién porta la luz y con su intolerable esplendor ciega las almas débiles, sensuales o egoístas ?. No lo duden”. Esta frase aparece en la página 321 de su libro, “Morales y Dogma”. La élite utiliza el dudoso arte del subterfugio, del engaño para manipular a las masas a su antojo. Presten atención a lo que dijo por ejemplo Antoine de Rivarol (1753-1801), uno de los integrantes de la Revolución Francesa, refiriéndose a la élite financiera, “ el gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros “. Dicha frase resume perfectamente las prácticas luciferinas de esta élite maligna y despiadada.
Nuevamente aparece la élite financiera , detrás y en la sombra promocionando y financiando a los ideólogos del socialismo/marxismo, Engels y Marx. Según Christian Racovski (1873- 1941), destacado líder comunista y embajador soviético en París, fue Lionel Rothschild (1808-1879), el financiero del comunismo marxista desde sus inicios. Nathan Rothschild le dió a Marx dos cheques de varios miles de libras para financiar el socialismo. Los cheques fueron expuestos en el British Museum, después que Lord Lionel Walter Rothschild, legó su museo y biblioteca al British Museum,” argumenta David Rivera en su obra “ Aviso final: una Historia del Nuevo Orden Mundial”.



La difusión de obras como “El manifiesto Comunista” o “El Capital” por toda Europa corrió a cargo de la élite financiera. No hay que olvidar llegados a este punto que la élite tenía en el punto de mira desde hacía décadas a la Rusia Zarista. La dinastía gobernante de los Romanov continuaba teniendo el control del Banco Imperial Ruso. Pese a que los zares depositaban su inmensa fortuna en bancos pertenecientes a la élite financiera mundial y que incluso con ello lograban pingües beneficios. Esto no era suficiente como ya hemos repetido, la élite bancaria quiere el control en la emisión del dinero de todas las naciones, quieren el control total. Y los zares a lo largo del siglo XIX se negaron a ello. El movimiento comunista creado y financiado por la élite sería el caballo de troya elegido para dinamitar el régimen absolutista ruso. Es en este momento de la historia donde emerge la figura del banquero alemán Jacob Schiff (1847-1920 ), vinculado también a la casa Rothschild.
Jacob emigró a Estados Unidos donde fue el director de la poderosa firma de inversiones Kuhn, Loeb and Co. Schiff financió directamente las andanzas de Trotski en Estados Unidos y su posterior viaje desde Nueva York a Rusia para participar en la revolución bolchevique de 1917 que desmantelaría el régimen zarista. Schiff y el Banco de Inglaterra bajo control Rothschild también financiaron al Japón, en la guerra Ruso-Japonesa de 1904- 1905, hecho que permitió a Japón pasar de un régimen feudal a un país industrializado y moderno en pocos años. 

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